La complicidad entre Nalan y el chófer de los Koroglu despierta los recelos en Feride

Los últimos días están siendo muy duros para Nalan. En principio descubrió que la infidelidad de Sedat y Cana sigue viva, tras las revelaciones hechas por el marido de Cana; después ha visto cómo Sedat recibía una paliza de los hombre de Alp en venganza por la que él le propinó antes y, por último, acaba de perder el bebé que tanto deseaba. Las cosas no están siendo sencillas, pues no puede contar con el apoyo de su marido y su madre Feride se ha mostrado, una vez más fría y distante.

La única persona que parece haberse preocupado realmente por ella es Haydin, el chófer de los Koroglu. Él está secretamente enamorado de ella, pero su posición y el que Nalan esté casada, le impiden ir más allá. Siempre está pendiente de ella y la trata con suma delicadeza y atenciones. En estos momentos de angustia para ella, Haydin ha sabido escucharla y también ha aprovechado para contarle sus preocupaciones y sentimientos. La complicidad entre ambos cada vez es mayor.

Pero una vez más Feride está al acecho para cortar cualquier posibilidad de que Nalan pueda ser feliz. Descubre que ambos han tenido un encuentro cercano, en el que Nalan le ha dado a él un pequeño muñeco de trapo que siempre conserva desde pequeña cuando se lo hizo su padre. A los ojos de Feride, es inadmisible que su hija tenga esos detalles con el chófer de la familia. No tarda en sentarse con su hija e interrogarla por su actitud. Nalan se defiende asegurando que no hay nada entre ellos, pero Feride cree que su hija está siendo una imprudente y le está mandando señales al chófer que le pueden equivocar.

Feride también saca tiempo para encararse con Haydin al que acusa de ser una persona que sólo está interesado en el dinero y la posición de Nalan. Le advierte por su comportamiento y le amenaza con represalias si no evita cruzarse con su hija.