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Los tutores de Valeria logran que la niña termine lejos de casa en un internado en España
La infancia de Valeria fue un verdadero suplicio para ella. Sus padres adoptivos nunca la quisieron y hasta que no lograron que la enviaran lejos, no dejaron de intentarlo. Su origen familiar es todo un misterio.
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El pasado de Valeria Bernal es muy triste. Se crio junto a unas personas que no la querían y que sólo se encargaban de darle cobijo a cambio de un dinero que le pagaba la familia biológica de Valeria. Juana y Felipe son los porteros de la finca de la familia de Bernal. Recibieron el encargo de cuidar a la pequeña Valeria a cambio, no sólo de mantener el puesto de trabajo en la portería, sino de una cantidad de dinero que reciben con periodicidad y que ha evitado que vivan en la indigencia.
Juana nunca quiso ser madre ni tener las ataduras propias de criar a un niño. Lo hizo por el dinero que recibía y por mantener el puesto de trabajo, pero ya no soporta más a la niña y está decidida a deshacerse de ella sea como sea. Felipe no lo ve tan claro y teme que si se desprenden de la niña, dejen de recibir el dinero de la familia Bernal.
Mientras, la pobre Valeria es blanco de los insultos y las críticas de Juana que la trata muy mal. No se explica el por qué sus padres no la quisieron. Felipe logra hablar con su primo y le expone la situación en la que se encuentran. Llegan a la solución perfecta para que Valeria no vuelva a ser un problema para ninguno; la llevarán a un internado en España donde se quedará hasta que sea mayor de edad. Juana y Felipe se librarán por fin de la niña.
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