Natalia se queda sola y desvalida
La traición de Fedra termina en tragedia: Alfonso muere y Natalia lucha por su herencia
Fedra provoca la muerte de Alfonso y desata una lucha con Natalia por la herencia.

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Alfonso está en su despacho, esperando la llegada de Fedra a la hacienda. Cuando la escucha llegar, le pide que se acerque para hablar con ella. Sin dudarlo, la increpa de inmediato. Está profundamente dolido porque lo ha manipulado y jugado con sus sentimientos. Difamó a Mariana, le mintió asegurándole que su esposa lo había engañado con Fermín y le hizo creer que Natalia no era su hija. Sin embargo, ya no puede seguir engañándolo, pues el resultado de la prueba de ADN es contundente: Natalia es su hija biológica.
Fedra, como era de esperarse, intenta negarlo todo, pero Ugarte ya no cree en su palabra y le exige que abandone la hacienda sin recibir dinero a cambio.

La malvada mujer pierde los nervios y le deja claro que no piensa marcharse con las manos vacías. En la mesa del despacho de Alfonso hay un arma, y Fedra se apresura a cogerla. Se produce un forcejeo entre ambos y, en medio del enfrentamiento, el arma se dispara hiriendo de gravedad al empresario. "Jamás debiste ponerte en mi contra", le espeta con frialdad.
Sin perder tiempo, Fedra huye del lugar para evitar ser inculpada. Poco después, Natalia llega a la hacienda y encuentra a su padre tendido en el suelo, con un balazo en el pecho. Al verlo inconsciente, piensa que ha intentado quitarse la vida. Llora desconsoladamente al ver que su progenitor no reacciona, pero él, a pesar de estar perdiendo mucha sangre, logra abrir los ojos para pedirle perdón por todo el daño que le he causado.

Alfonso es trasladado de urgencia al hospital donde trabaja Rodrigo. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de los médicos por salvarlo, acaba falleciendo. Natalia, destrozada por el dolor, pide que la dejen a solas con su padre para despedirse de él. Entre lágrimas, le reprocha que se haya suicidado y la haya abandonado para siempre.
Más tarde, Fedra hace lo propio y, cuando se queda a solas con el cuerpo de Alfonso, su rostro refleja una siniestra satisfacción: no oculta su alegría al verlo muerto.

Tras el funeral y el entierro del empresario, Fedra y Natalia regresan a la casa. Allí, la viuda le muestra a su hijastra el testamento de su padre y le informa que ella es la heredera universal de todas sus propiedades y bienes de la familia Moncada. Sin embargo, Natalia no está dispuesta a quedarse de brazos cruzados. Llena de rabia y determinación, le advierte que impugnará la herencia para reclamar lo que, por derecho, le corresponde.

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