Mariluz, en su afán por contactar con Lisardo a través de las redes sociales, se mete en un buen lío

Mariluz recurre a las redes sociales para encontrar a Lisardo, su primer amor. Jesús se escribe con ella haciéndose pasar por el hijo de Octavio Sánchez. No le puede revelar que esa es su verdadera identidad porque Augusto podría descubrirlo y, entonces, el plan que urdió con sus hermanos Damián y Samuel se iría al traste.

Mariluz cree que ha dado con el verdadero Lisardo y se muestra muy ilusionada con la idea de poder verlo. Le explica a Doménica, su amiga, su intención de quedar con él y, aunque ella le aconseja que sea prudente, la hija de Guadalupe está decidida a quedar con su viejo amor.

Al final, se citan en un parque poco concurrido y la hija de Victoriana decide acompañarla para protegerla. La florista no se imagina que, en realidad, ha quedado con Augusto y él se cree que se ha estado escribiendo con Elisa, la madre de los Guerrero.

Mariluz acude al parque donde han quedado y se pone un pañuelo rojo en la cabeza para que Lisardo pueda identificarla entre la gente. Augusto y sus hombres permanecen ocultos en una furgoneta y el malvado empresario da la orden de secuestrar a la joven. No se da cuenta de que se trata de la nieta de Conchita y que su hija Doménica, la acompaña.

Intenta abortar el plan, pero ya es demasiado tarde. Unos criminales, contratados por él, intenta llevarse por la fuerza a Mariluz, pero unas mujeres, que están en el parque, salen en su defensa y consiguen amedrentar a los malhechores que huyen de allí despavoridos.

Los Guerrero acuden al parque a recoger a las jóvenes tras telefonear Doménica a Samuel para contarle lo sucedido. Jesús se muere de curiosidad e intenta sonsacar a la florista con quién iba a verse, pero la joven no suelta prenda.