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Confesiones, traiciones y un giro inesperado: Juan Carlos y Plutarco acaban en prisión
Las confesiones y traiciones acaban con Juan Carlos y Plutarco entre rejas.

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Rebeca irrumpe en la casa de Plutarco armada con una pistola y lo obliga a confesar sus maniobras para ascender en el Grupo Imperio. Ante Adriano, Juan Carlos y Helena, el empresario admite que solo se casó con Antonia para escalar posiciones y que planeaba apartarla para poder estar con Rebeca. "¿Cómo pudiste hacerle eso a Antonia? Ella se desvivía por ti", le reprocha Reyes.

Pero el giro no tarda en llegar. Plutarco le arrebata el arma a Rebeca y toma a Helena como rehén antes de huir con la madre de Lalito. Juan Carlos los persigue en coche y logra dar con la hija de Silvia. Se produce un forcejeo entre los dos y Helena acaba golpeando a Plutarco en la cabeza. Gracias a su rápida intervención, consigue salvar la vida de Caballero. Mientras tanto, Ramos logra huir y la policía termina deteniendo al hijo de Eugenia.
En un emotivo momento, Juan Ramos pide perdón a Adriano por haberse hecho pasar por Eva María. El dueño del Grupo Imperio acepta sus disculpas y Helena se despide de él con un beso.
La fuga de Plutarco termina en tragedia. Perseguido por una patrulla, consigue despistarla pero sufre un aparatoso accidente al ver, en mitad de la carretera, el espíritu de Antonia. Su coche cae por un terraplén.

Al final, la policía da con su paradero y el empresario acaba detenido. La justicia lo condena a 40 años de prisión y a su cómplice Onésimo a 30.

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