La química entre ellos es innegable
Así es el reencuentro de Melek y Azad tras años sin verse
Melek llega al pueblo donde se crio para dar clases en el colegio donde estudió de pequeña. Casualmente, se reencuentra con Azad y la química entre ellos es evidente.
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La joven Melek necesita un cambio en su vida y decide abandonar la ciudad para mudarse al pueblo donde vivió durante ocho años. Le han concedido una plaza como profesora en el antiguo colegio donde estudió y no quiere desaprovechar la ocasión de dar clases allí. Será la maestra de Zehra, con la que tiene un vínculo familiar oculto que ambas desconocen.
Sus padres no se imaginan que su hija se ha trasladado allí a vivir. Su padre, un reputado fiscal, jamás se lo permitiría. No quieren, por nada del mundo, que su hija descubra que tuvo un hija y que la dieron en adopción.
Melek tiene muy buenos recuerdos de su infancia allí y está feliz de estar en su pueblo donde creció e hizo grandes amigos como Azad Kirman, con el que coincide casualmente cuando se dispone a cruzar una calle distraída mientras habla por teléfono. En ese momento, aparece Azad con su vehículo y a punto está de atropellarla. Cuando se baja del vehículo, rápidamente, se percata que es su vieja amiga de la niñez con la que tuvo una relación muy especial. Ambos se alegran de haberse encontrado después de tantos años sin tener noticias el uno del otro. La química entre ellos es más que evidente.
Los jóvenes deciden tomarse un té para ponerse al día. Melek le explica que va a dar clases en el colegio donde ambos estudiaron y que sus padres no van a aprobar su decisión cuando descubran que se ha ido a vivir allí. Azad la felicita por su valentía.
Por su parte, el hijo de Zümrüt enseña a la joven su tienda de alfombras, el negocio familiar al que se dedican, también, su tío Kadim y su primo Devra, al que Melek recuerda como un joven despiadado y con mal carácter. Le muestra cómo elaboran las tapices y le explica que cada uno de ellos tiene una historia distinta y cada diseño, un significado diferente. A Melek le encanta ver cómo se confeccionan las alfombras, pero, cuando ve, al bebé, de una tejedora, llorar, no puede evitar emocionarse. Recuerda cuando ella perdió al suyo hace ya 13 años.
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