Momento destacado
Juan Carlos desata el caos en el hotel donde se hospedan Helena y Plutarco para impedir que tengan un encuentro íntimo
Movido por los celos, Juan Carlos arruina la noche de pasión entre Helena y Plutarco con un plan descabellado.

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Helena se retira a su habitación a descansar y Plutarco la acompaña. El empresario quiere pasar la noche con ella y se besan. "Eres mi vida. Déjame demostrarte cuánto te amo", le dice a la madre de Lalito.
Helena se deja llevar y, cuando parece que van a vivir una noche de pasión, una voz interrumpe por la megafonía del hotel: deben desalojar el edificio por un posible incendio. Sin embargo, todo resulta ser una falsa alarma. Alguien ha activado el sistema antiincendios sin motivo. "Tienen que descubrir al culpable y denunciarlo por sabotaje", afirma indignado Plutarco a los empleados del resort.
Helena, que está con su prometido, se percata de que Juan Carlos sigue en el hotel. Se acerca a él, visiblemente molesta. Le había pedido que se marchara, pero él ha decidido ignorar su petición.

La madre de Lalito sospecha que ha sido él quien activó la alarma, y quiere saber por qué lo hizo. Juan Carlos lo admite: no soporta la idea de que Plutarco y ella pasen la noche juntos.
Helena le pide encarecidamente que regrese a casa, y le confiesa que su presencia en el resort le trae recuerdos de cuando eran pareja.
"Me duele que no quieras aceptar que tú y yo estamos destinados a estar juntos", le dice Caballero antes de marcharse y admite que no parará hasta probar que Plutarco no es un hombre de fiar: "No pararé hasta demostrar que Plutarco no es el hombre que tú crees".

Más tarde, Plutarco acompaña a Helena nuevamente a su habitación, pero ella se muestra fría y distante con él. Tras la conversación con Juan Carlos, ya no desea pasar la noche con él. Desilusionado, Ramos, que esperaba un encuentro íntimo con su prometida, visita a Rebeca y sucumbe a sus encantos.
A la mañana siguiente, el empresario le pide a Rebeca que sea discreta respecto a lo ocurrido entre ellos y le confiesa, además, que mientras hacían el amor, no podía dejar de pensar en Helena. Estas palabras hieren profundamente a Rebeca, quien le exige que abandone su habitación. ¿Se guardará Rebeca un as bajo la manga para destruir a Plutarco?

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