Iskender se declara culpable de los delitos que se le imputan y Azru pide a Çicek que acuda a prisión a visitarlo

Iskender, está en la comisaría detenido, y, antes de ingresar en prisión, debe confesar su culpabilidad por el incendio en la cisterna donde murieron 21 personas y por traficar con artefactos históricos. El comisario le interroga y el hermano de Çelebi no niega los cargos que se le imputan. En el fondo, quiere pagar por sus crímenes para obtener el perdón de Çicek, de la que está perdidamente enamorado.

Iskender, además, aprovecha su confesión para aclarar que Kenan, el padre de Rüya, también, estaba implicado en el contrabando de piezas históricas y que no se suicidó sino que su hermano Çelebi acabó con su vida.

Iskender está desolado. Sabe que asumir su responsabilidad de lo ocurrido en la gala benéfica puede suponer muchos años de cárcel. Siente que todo el mundo le ha dado la espalda, especialmente, Çicek, que fue la que le delató ante la policía. Confiesa a su amiga Azru, con la que tuvo un idilio, que desea morir para acabar con su sufrimiento de una vez por todas y le revela que está muy dolido con la íntima amiga de Rüya, de la que está locamente enamorado.

Azru está sufriendo por Iskender. Ha visto al joven muy abatido y decide ir a hablar con Çicek, a la que pide explicaciones por haberle denunciado ante la justicia. La amiga de Tomris se excusa asegurándola que el hermano de Çelebi tiene que estar entre rejas por acabar con la vida de una veintena personas en la antigua cisterna. Para Azru, esta argumentación no es válida. "Sabes que fue un accidente", le contesta muy enojada y le hace una petición especial a Çicek: "Si le quisiste alguna vez, deberías decírselo para que no se sienta traicionado".