Tras el cristal
Nalan se entiende cada vez mejor con Muzo al tiempo que aparecen los primeros problemas de integración con Sedat
La vida de casada de Nalan no es tan sencilla como ella imaginaba y comienzan sus problemas de adaptación. Mientras, Muzo comienza a sentir una mayor cercanía hacía ella.
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La boda de Nalan y Sedat ha quedado atrás, pero los problemas de ella no han desaparecido. Lo primero que Nalan debe afrontar son las relaciones íntimas con su marido. No se siente ni segura ni preparada y la noche de bodas fue un completo suplicio para ella que se solucionó porque Sedat se quedó dormido. La obsesiva protección de su madre durante todos estos años ha sido contraproducente para Nalan que no se siente preparada para afrontar esa situación. En cualquier caso, se trata de un problema que tendrá que afrontar más pronto que tarde.
En la primera fiesta a la que ha acudido en compañía de su marido Sedat, Nalan ha podido descubrir las grandes diferencias que existen entre ambos. Proceden de dos mundos completamente diferentes y las conversaciones que escucha Nalan le dejan muy claro que la estabilidad y el futuro de su matrimonio es una quimera. Sedat se ha casado por las presiones familiares pero no sólo no ha dejado de seguir viendo a Cana, sino que todo el mundo conoce sus antecedentes y nadie apuesta por su matrimonio con Nalan.
Ella ha encontrado en la compañía de Muzo una persona en la que confiar. Se siente cómoda hablando con él. Por su parte, el hermano de Sedat ha visto en Nalan a una mujer sencilla, de buen corazón que vive muy alejada de la frivolidad y el cinismo del mundo que rodea a Sedat. Muzo y Nalan hablan como dos confidentes. Mientras ella le cuenta sus dudas y temores sobre su nueva vida, Muzo intenta aconsejarla bien, quitar hierro a los problemas que surgen y acompañarla en su nueva situación. Él sin darse cuenta cada vez se siente más atraído por la mujer de su hermano y sabe que debe tomar medidas para evitar complicaciones en el futuro.
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