En este capítulo nos encontramos un con un matrimonio que nunca trabajó para la hostelería, ella peluquera y él tenía una licorería, se encapricharon de un restaurante que en el momento de su venta daba muy buenos frutos, hasta la llegada de la nueva pareja.
A la llegada de Gordon al restaurante se encuentra con una carta excesivamente larga, 78 platos, y la mayoría son calentados en el microondas, un espacio demasiado pequeño en la cocina, y unos jefes que no pasan a controlar el funcionamiento del local, sino que lo hacen desde casa con las cámaras de seguridad, hacen que sea un auténtico caos. Tras las muchas quejas del hijo de la dueña y ver el funcionamiento del restaurante desde dentro, Gordon decide nombrar a los culpables y asegurarse que cada uno cambie su manera de trabajar
Tras la renovación del restaurante, y la nueva carta que crea Gordon y los nuevos comportamientos de los jefes, parece que el restaurante va a poder superar la crisis económica, y el matrimonio siga junto.