La peculiar carta le ha dejado sin clientes, el chef ha perdido el rumbo, y si Gordon no consigue ganarse a este propietario tan controlador este restaurante no tendrá más remedio que cerrar.

Gordon detecta los problemas del restaurante entre ellos el controlador y malhumorado dueño, que estresa al chel quién ha perdido ya la pasión por cocinar, además de la horrible carta que tiene el restaurante.

Gordon detecta que en los restaurantes de la zona hay de todo menos una parrilla y además curiosamente es casi lo que más consume la población. El dueño no está muy convencido de que los cambios de Gordon funcionen, sin embargo la reapertura del The Olde Stone Mill es todo un éxito.