Ximena vive permanentemente en la contradicción de dar a sus hijos una buena educación, apegada a ciertos valores y al mismo tiempo ser solidaria con ese mundo del crimen en el cual creció. Ximena siempre toleró las continuas infidelidades de Aurelio, a sabiendas de que ella era la mujer que él realmente amaba. Sin embargo, ahora que se han comprometido para casarse y que Aurelio prometió serle fiel, no está dispuesta a permitirle que rompa su promesa.